En un principio íbamos a dedicar todo un día a ver Osaka, pero durante el viaje en tren a Hiroshima nos dimos cuenta que cogiendo otro día ese mismo tren podríamos visitar otras ciudades que están cerca de Osaka: Himeji y Kobe.
Nuestro primer destino fue Himeji para poder visitar su castillo, que justamente acaba nuevamente de abrir sus puertas al público después de una remodelación. El castillo esta calificado como el mejor de Japón, y es verdad, es una pasada porque es de los pocos originales que quedan y que mantienen su estructura, lo cuál te permite hacerte una idea muy precisa de las funciones que tenía. Por fuera, el castillo también es espectacular porque es bastante alto y de color blanco. Una vez pasado el foso y las puertas exteriores, cuando entras en el edificio del castillo tienes que descalzarte y cargar con tus zapatillas en una bolsa de plástico (como ya nos ha pasado en varios templos), porque todo el suelo es de madera. Vas recorriendo cada una de las plantas del castillo, en las que puedes ver donde ponían sus armas, donde se escondían para emboscar al enemigo… De un piso a otro vas subiendo por unas escaleras de madera bastante empinadas (también denominadas mata-viejas), especialmente teniendo en cuenta la edad medía de los visitantes que allí se congregaban porque estábamos rodeados de grupos de jubilados japoneses (había poquísimo extranjero). Lo bueno es que tenían diferenciadas unas escaleras para subir y otras para bajar. El problema es poco a poco se fue agolpando cada vez más gente en cada planta, hasta que llegamos a la última, que era la más pequeña y en la que habían puesto un pequeño altar para echar ofrendas. El resultado es que en un momento eso se lleno de gente, que encima se acumulaba porque había gente haciendo colar para hacer una ofrenda y gente haciendo cola para bajar las escaleras. Esta claro que se les fue de las manos porque enseguida uno de los organizadores cogió un megáfono en mano y se puso a gritar (en japonés) algo así como a bajar todo el mundo de aquí, para lo cuál tuvieron que habilitar las dos escaleras de bajada y aún tardaron un rato en poner orden. Durante el camino de vuelta estábamos comentando que lo que tenían que hacer era permitir la entrada sólo por cupos de tantos cada X minutos y al rato oímos por megafonía que iban a empezar a controlar la entrada… ¡normal! es que con tantas visitas de grupos colapsan el castillo, porque venían en hordas…
Luego estuvimos dando una vuelta por el foso y por un edificio exterior donde estaban las habitaciones de las damas, de la princesa, etc….
De vuelta a la estación de tren aprovechamos para pasear un poco por la calle principal y ver algunas tiendas antes de coger el tren de las 12 que nos llevaba a Kobe. La ciudad de Himeji es muy agradable y bulle con actividad. Se les nota que tienen ganas de captar turistas ya que todo son facilidades, incluso tienen un servicio de préstamo gratuito de bicicletas a guiris y españoles.
Tras un breve trayecto en nuestro Shinkasen de confianza llegamos a la estación del tren bala Shin-Kobe (en Kobe y en otras ciudades las estaciones de tren bala y tren no-bala están separadas). Es curioso porque la estación está encajada en un estrecho valle entre dos túneles que atraviesan la montaña y está tan pegada a la montaña que de la estación sale un camino que te lleva a ver unas cataratas tras unos 15 minutos de subida por unas escaleras también telita…. (hoy esta visto que es el día de las escaleras). Vimos las dos cataratas y la impresionante garganta que se forma. La verdad es que es lo que más nos gusto de Kobe porque el resto no nos triunfo lo más mínimo. Fuimos andando hasta el centro y era extraño porque había grandes edificios y avenidas pero parecía una ciudad vacía, con poca gente y muchas tiendas cerradas. Como ya era mediodía decimos aprovechar para comer aquí la famosa ternera de Kobe. Esa era nuestra intención pero la verdad es que no tuvimos suerte con esta ciudad y nos fue imposible encontrar un sitio donde comer ternera y mira que lo intentamos, pero había muchos que estaban cerrados, en otros no había sitio y otros tenían precios prohibitivos por 80 gr de “chuletón”. Aún así entramos en varios sitios, pero que si había que reservar, que si estaba lleno, que si nos mandaban a otro que estaba a tomar por saco, en fin, al final nos hartaron y acabamos sin comer ternera de Kobe en Kobe (¡lo intentaremos en Kyoto!). Total, ya hartos de dar vueltas por Kobe nos fuimos en un tren local desde la estación central de Kobe a la de Osaka. Kobe se ha ganado a pulso el titulo de la ciudad chunga de Japón.
Osaka es una ciudad enorme y moderna, pero con poco que visitar. Su principal atracción era el castillo de Osaka, así que allá que fuimos cogiendo otro tren de cercanías circular que nos llevaba cerca del castillo y el parque que lo rodeaba. El castillo está rodeado de dos grandes fosos con agua, uno de ellos con categoría de océano pequeño. Tenía unos 6 pisos y era blanco y dorado, pero este castillo no había mantenido la estructura original , sino que el edificio actual es una reconstrucción en hormigón de 1931. Sobretodo se nota en el interior porque han montado un ascensor que te sube casi a la última planta y un museo sobre el castillo, es decir, por dentro todo es moderno y ha perdido totalmente la estructura de castillo. Aún así esta muy bien poder subir al mirador de la última planta y observar el skyline de Osaka con sus rascacielos. A parte de la vista, que era buena, corría un brisa de lo mas agradable.
Después de visitar el castillo y ver un poco de Osaka nos volvimos otra vez a Kyoto porque estábamos muy cansados, así que desde la estación de Osaka nos cogimos un tren local que en unos 40 minutos que nos llevó nuevamente a Kyoto (el tren bala te lleva en 18 minutos pero desde la estación de Sin-Osaka).
De vuelta al hotel nos fuimos a descansar y a cenar (hemos probado la anguila… no esta mal, aunque le ponen una especie de “algo” rallado blanco que deja al wasabi a la altura del betún. Se nos han saltado las lagrimas con solo probarlo).