jueves, 11 de junio de 2015

Día 5: 11 de junio - ¡Ya lo hemos visto tó!

Hoy hemos empezado tarde. Se nota que ya hemos superado el jetlag y ahora lo que tenemos es un cansancio de todo el tute que nos pegamos, así que no hemos llegado a tiempo para los desayunos de nuestra cafetería de confianza ¡mecachis! ¡pero hemos llegado a la hora de su almuerzo!

Teníamos planificado ver la zona de Omotesando, el parque Yoyogui y Shinjuku, hasta que nos hemos dado cuenta que en Tokio se puede visitar el Parlamento (aunque no figura en ninguna de las guías), así que hemos cambiado los planes para poder visitarlo hoy (últimamente nos estamos aficionando a esto de visitar los parlamentos…).

Comenzamos yendo a Harajuku en tren. Allí entramos en el parque Yoyogui, que tiene unos árboles espectacularmente grandes. En medio del parque está el templo Meiji-Jinju y antes de llegar nos encontramos con una especie de mural donde están unas ofrendas de sake  a un lado y unas ofrendas en modo de barriles de vino francés al otro lado (será para que los dioses hagan calimocho, jejeje). En el parque también hay unos jardines que ahora están con la floración de lirios (nos hemos perdido la de los cerezos pero pillamos la de los lirios….).

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Del parque hemos ido a visitar toda la zona de Omotesando. Es una zona comercial con muchas tiendas, como todo en Tokio. Hay una calle un poco más particular (la Takeshita) con tiendas de ropa para adolescentes y tiendas curiosas. Al parecer los fines de semana aqui es donde se reunen la creme de la creme de los frikis y se visten en modo colegiala, etc…

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Luego está la calle principal de Omotesando que es como la calle Serrano de Madrid: llena de tiendas caras. El omotesando hills que figura en todas las guías sólo es un centro comercial pijo de tiendas exclusivas, nada interesante…. Así que nos fuimos andando hasta el parlamento, aunque tardamos un montón, pero de camino nos encontramos con otro cementerio, otro templo (Hiejinja) y, sobretodo, nos permitió hacernos una idea de cómo es la vida cotidiana de está ciudad.

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Resulta que el parlamento nacional estaba muy cerca del barrio de Marunouchi y podíamos haberlo ido a ver el martes cuando estuvimos en la zona del palacio imperial, pero como no aparecía en ninguna guía no le dimos importancia y pasamos de ir a esa zona del barrio lleno de edificios de ministerios. Nuestra recomendación es visitarlo el día que se ve la zona del palacio imperial-Marunouchi-Ginza. Visitarlo es muy fácil y gratuito, salen visitas todas las horas, aproximadamente a y cuarenta y dura alrededor de una hora. Se entra por la entrada que está en el lado opuesto a la principal. Te encuentras con unos guardias que, si no saben inglés te sacan una chuletilla en inglés para decirte lo que tienes que hacer: básicamente rellenar un formulario y esperar en una sala que está al lado hasta que llega la hora (en nuestro las 15.40).  Hemos tenido mucha suerte porque la visita es en japonés o en inglés (que consiste en que te ponen un video en inglés), pero cuando han visto que éramos españoles le han dicho a un guardia que chapurreaba español que nos acompañara, así que la visita ha sido individualizada: los dos más el guardia. Resulta que el hombre está estudiando español en el instituto Cervantes en Tokio y ha visitado Madrid, así que más o menos, entre las explicaciones del guardia, el folleto en inglés y la grabación que te ponen, nos hemos enterado bastante. El edificio es grande, sobre todo comparado con el Congreso español. Se construyo en los años 20, aunque creó que empezó a utilizarse en 1937. La sala principal donde se sientan los parlamentarios es espaciosa, está recubierta de madera y tiene en el techo una vidriera muy bonita. Aquí los miembros del Gobierno se sientan a los dos lados del estrado donde se dan los discursos y detrás de donde se sienta el presidente hay una cortina, detrás de la cual está el trono del emperador (cuando asiste al parlamento). En el edificio también puedes ver la sala del emperador, las escaleras principales, el hall… y el jardín, donde están unos 47 árboles, cada uno de los cuáles representan una zona de Japón (a Tokio le representa un gingko biloba de 300 años). La verdad es que ha sido una visita muy interesante y recomendable, sobretodo por el guardia, que ha sido muy majetón.

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Esta visita nos había trastocado el plan que teníamos, así que lo hemos reestructurado para ver hoy también la zona de Roppongi y la torre de Tokio. Por supuesto, como somos así de labordetas, decidimos seguir yendo andando hasta Roppongi, es decir, otros 40 minutos que nos pegamos  a andar rodeados de varios  pisos de scalextric. La zona de Roppongi es otra zona comercial (como todas las que tiene Tokio), en la que también hay varias galerias de arte. La principal atracción al parecer son las Roppongi Hills que es un complejo tipo centro comercial donde hay cine, teatro, un rascacielos con vistas (también caro, como la skytree del día anterior). Ahí está la torre Mori de 238 metros, que es otro rascacielos más de entre los numerosos que hay por toda la zona. La verdad es que tampoco tenía mucho que ofrecernos a nosotros, así que nos fuimos  a ver si pillábamos de día la torre de Tokio. También fuimos andando, por supuesto, que pensabaís…

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Según la guía la torre de Tokio es como una torre Eiffel falsa de colores chillones… no va mal desencaminada porque al final es una estructura metálica de color rojo de unos 333 metros (13 metros más que la de Paris). Antiguamente (se construyó en 1958) debía ser espectacular y debía contrastar con el resto de la ciudad, pero ahora casi no destaca entre tanto rascacielos y tanta torre de comunicación. Además, está situada en la parte baja de la ciudad, muy cerca de los muelles al lado del rio (resulta que estaba cerca del Hanode Pier en el que nos dejó el barco el día anterior y nosotros sin saberlo….). Ya se nos estaba haciendo de noche y no sabíamos si subir a esta torre (que es un poco más barata que la skytree y que la de Roppongi), pero al final decidimos que aunque estábamos superreventados, no íbamos a subir a está sino que íbamos a ir a Shinjuku a subir a las torres del Ayuntamiento de Tokio ¡que son gratuitas y ofrecen mejores vistas!

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Después del palizón a andar que nos habíamos metido, ahora si que cogimos el metro para ir a Tochomae, que es la estación más cercana al edificio del “gobierno metropolitano de Tokio”. Entremedias se nos había hecho de noche pero así podríamos observar las vistas nocturnas de la ciudad. Subimos a la torre norte del edificio, concretamente a la planta 45, donde puedes hacer fotos desde todos los ángulos e intentar adivinar los pocos puntos que conoces de la ciudad.., que es enorme…

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Ahora si que no nos quedaban más fuerzas para ver el resto de Shinjuku y cómo la guía dice que es un barrio de entretenimiento con tiendas y más tiendas y rascacielos (que ya habíamos visto desde arriba), cogimos el tren de vuelta a casa, digo al hotel, para acabar cenando algo por Nippori.

Ya hemos visto todo, e incluso bastante más, de lo que en principio habíamos planeado ver en Tokio, así que cuando volvamos la última semana del viaje podremos concentrarnos en ver ciudades alrededor de Tokio y el último día quizá podamos repetir alguna zona o ir a Odaiba…ahora a dormir que mañana toca coger el tren bala para ir a  Nagoya!

CURIOSIDADES:

  • El símbolo de la ciudad de Tokio es el Gingko biloba, así que ese es el símbolo que se puede ver en las alcantarillas, en las farolas, etc..

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  • Un Japonés cortando JAMÓN!!!

 

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Día 4: 10 de Junio - Un poco de todo…

Empezamos el día en la que ya va a ser nuestra cafetería de confianza. Esta justo al lado de la estación de Nippori en la que comienzan todas nuestras andanzas y está bien porque te sirven dulce, salado, tienen barra libre de café, coca-cola y otros brebajes indescifrables para nosotros. Además, tiene dos cosas buenas. Primero, te ponen cuchillo y tenedor, lo cual está bien porque ¡a ver cómo te comes una tortita con nata con palillos! Segundo, hay un artefacto sobre cada mesa (especie de piedra con pulsador) que si lo pulsas aparece rauda y veloz la camarera para atenderte, por supuesto lo averiguamos haciendo el tonto, así que la pobre vino con cara de ¡ay, estos panolis!

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Al lio: hoy decidimos visitar Asakusa y para bajar el desayuno, decidimos ir andando los 3 kilómetros que nos separaban. Eso nos permitió conocer los aledaños del hotel, aunque hacía un sol de justicia y sudamos la gota gorda. Menos mal que tienen maquinas  de vending por todas partes para comprar bebida…

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En Asakusa lo principal que hay que ver es el templo Senso-ji que data de aproximadamente 1649. De camino vimos de todo, quizá lo más curioso para nuestras inquietudes culinarias sea una pecera llena de calamares y pulpos en la puerta de un restaurante o el cartel que te recuerda que no alimentes las palomas porque ya saben comer solas.

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En los alrededores del templo hay unas calles muy pintorescas con muchos puestos donde venden  todo tipo de productos japoneses (calle Nakamise). La entrada al templo se hace por unas puertas llamadas Hozomon y Kaminarimon de la que cuelgan unas grandes linternas japonesas rojas. Dentro del templo a un lado hay una especie de fuente con agua para lavarte las manos y la boca con ayuda de un cazo (así vas purificado a rezar). Luego subes al templo y sigues más o menos el siguiente procedimiento, por lo que hemos visto en algunos carteles en inglés, tiras una moneda a un cajón con fisuras a modo de ofrenda, haces dos reverencias, das dos palmadas y una reverencia y si hay un cordón gigante haces tolón tolón (esto se lo hemos visto hacer a otros japoneses en otros templos). Al lado del templo también hay una pagoda de 5 pisos, aunque no se podía visitar (o eso creemos).

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Después del paseo salimos al rio que justo pasa por alli (el Sumidagawa) y como ya estabamos molidos decidimos cogernos un crucero por el río. Queriamos haberlo cogido para ir a Odaibo que está en el puerto de Tokio pero no quedaban ya plazas, asi que cogimos el que te lleva hasta el Hanode Pier. El crucero está bien pero te das cuenta de lo ecléctica que es esta ciudad, urbanísticamente hablando: con estrechos edificios viejos que se entremezclan con rascacielos. También tienen bastantes puertas contra inundaciones, que al principio pensábamos que eran esclusas, pero que suponemos deben servir en caso de tsunamis o mareas de tormenta...

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En el Hanode Pier decidimos salir a ver si había algo que ver en los alrededores, pero sólo vimos grandes rascacielos de oficinas y autopistas en scalextric, así que como hacía un calor que no se podía aguantar nos volvimos de vuelta a Asakusa en el barquito.

El barco nos dejaba justo enfrente de un edificio muy cachondo: el de la cerveza Kirin (la cruzcampo de aqui), que tiene un capirote dorado que se supone recuerda la espuma de la cerveza.

Por la tarde, decidimos acercarnos a ver la Torre Tokio Skytree que estaba relativamente cerca en el barrio de Sumida. Pasamos por el parque de Sumida, aunque no estaba muy bien… La torre Skytree tiene tres años y es un piruli gigante  de unos 600 metros de altura, alrededor del cual han construido todo un centro comercial lleno de tiendas. Como era bastante caro subir a la torre (unos 2500 Y) sólo vimos la estructura desde fuera y fisgoneamos un poco entre las tiendas que había de dibujos animados japoneses: flipante la de chorradas que venden de picachus, totoros y hasta una especie de huevo frito que debe ser un dibujo animado muy conocido, porque tenían toda una estantería con todo tipo de merchandising, eso sí, todo bastante raro para unos profanos como nosotros que se quedaron en Goku, Oliver y Benji y Chicho terremoto….

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Como todavía nos quedaban fuerzas decidimos terminar el día en Akihabara (distrito tecnológico). El problema era llegar hasta allí desde la Skytree. La única forma era hacer un par de trasbordos en el metro. Así que por primera vez nos enfrentamos al reto del metro (hasta ahora nos habiamos movido con el cercanias): resulta que cada linea del metro de Tokio lo lleva una empresa distinta, así que lo de hacer trasbordos y comprar los billetes no es tan fácil como pudiera parecer, pero con un poco de paciencia se logro sin problema.

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En Akihabara nos esperaba una buena lección de frikismo informático y de locura en general, porque madre mía…. ese barrio genera epilepsia entre tanto anuncio y tanta música estridente… Esta lleno de  centros comerciales, donde te venden principalmente artículos de electrónica (relojes, cámaras, ordenadores, juegos, etc…) y  pequeños puestos en los que podías encontrar cacharreria de informatica. También estaba plagado de bares en los que te sirven japonesas en modo sirvientas afrancesadas con voz en falsete. Se nos ocurrió entrar en un salón de recreativos y casi nos da un pallus del ruido que allí había, la peste a tabaco y la cantidad de gente jugando a unos juegos muuuuy raros con sonidos estridentes. Después de salir de allí, así lo de las sirvientes afrancesadas parecía algo más normal.

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Y nos volvimos a casa reventados…