Hoy hemos nos ha tocado dejar Nagoya para dirigirnos a la región de Hida, donde se encuentran los alpes japoneses y también la ciudad que hoy hemos visitado: Takayama.
En Nagoya hemos empezado el día probando el “typical” desayuno japonés del hotel: arroz de distintos tipos con aderezos variados, salmón cocido (por el amor de Dios!!!), pseudo ensaladilla rusa de fideos gordos, sopa… vamos un show. Hay que reconocer que aunque no tenia una pinta excesivamente apetitosa todo estaba entre aceptable y bien. Eso sí, como lleves resaca y te metas entre pecho y espalda un desayuno consistente en Salmon y sopa de pescado, creo que solo hay una palabra que puede describir el resultado: GEISER. Además, de la parte exótica del desayuno también tenían tostadas, cafés y zumos. Aquí lo más cercano a la leche son los minipaquetitos de leche que te dan para echarte al café.
Ya con las energías repuestas y los niveles de omega 3 en máximos históricos, nos disponemos a viajar de Nagoya a Takayama para lo que hemos cogido un tren regional: el Hida limited express. Obviamente no era un tren bala, pero también era muy cómodo, los asientos eran estupendos (del tipo siesteros) y con mucha amplitud. Durante el viaje hemos podido disfrutar de preciosos paisajes, en los que se entremezclaban los arrozales con las casas, los ríos, los bosques… Lo mismo que en España, que la gente aprovecha para ir a echar un rato al huerto, aquí hacen lo mismo con su arrozal. Después nos hemos ido echando al monte, y poco a poco nos hemos introduciendo en la parte mas montañosa. Con el tren hemos pasado a través de varios valles y sus correspondientes rios. La verdad es que ya teníamos ganas de ver un poco de verde después de estar una semana en la jungla de asfalto rodeados de rascacielos. El viaje ha durado casí 2 horas pero ha merecido la pena.
Nada más llegar a Takayama hemos ido a la oficina de turismo y cual ha sido nuestra sorpresa que tenían un plano de la ciudad en Español y encima nuestro hotel estaba justo enfrente de la estación de tren. (Por cierto, ayer se nos olvido contar que en el metro de Nagoya nos dimos otra sorpresa: resulta que los carteles estaban en japonés, en inglés y ¡en Portugués!).
El hotel de Takayama es como todos los demás en los que hemos estado en Japón, habitaciones pequeñas, baños compactos, todo muy limpio, quizá no muy moderno, pero todo absolutamente correcto y los recepcionistas sí que chapurrean inglés. Eso sí, el w.c. de este hotel es del medievo, nada de aro calefactado, ni de chorritos varios… es uno del de toda la vida: INACEPTABLE. Desenado estoy de volver al siglo XXI del mundo baño!
Bueno, una vez que hemos soltado las maletas, lo primero que hemos ido a visitar han sido dos mercados matutinos que están todos los días de 7 a 12 de la mañana. No teníamos mucho tiempo porque al final a lo tonto habíamos llegado a Takayama a las 11, pero como la ciudad es pequeñita pudimos ver algunos puestos antes de que los retiraran. Por lo que hemos visto venden comida, artesanía, flores, etc. A partir de ahí hemos continuado visitando la ciudad. Quizá lo más típico sea pasear entre sus calles porque han conservado intactas el espíritu que tenían en el siglo XVII, con sus destilerías de sake, sus casas de madera, calles estrechas, etc. Para matar un poco el hambre nos hemos tomado unos pinchos que vendían por la calle que eran como unos polos de arroz caramelizados a la parrilla: uno era como gomoso y el otro era directamente un polo de grano de arroz. Estaban buenísimos (luego vimos en una tienda que los puedes comprar envasados para hacértelos en la parrilla de casa).
La siguiente visita ha sido una zona de templos llamada Higashiyama, que esta en las afueras de la ciudad junto al cementerio. En total hay 10 templos pequeños. No es que los templos sean muy espectaculares en cuanto a tamaño y brillibrilli, pero tienen mucho encanto porque está todo muy cuidado, rodeado de bosques y jardines con unos árboles perfectamente recortados y ¡tumbas! Se respira una paz… lejos del mundanal ruido de Tokio…
A continuación hemos vuelto a bajar a la ciudad para ver el Museo de Takayama de historia y arte, donde hemos podido ver algunos usos y costumbres de la zona, sus fiestas, objetos, etc… Como dato curioso, hace mas de 150 años existían más de 10 grupos de “samurais” bomberos para la ciudad de takayama. La indumentaria que tenían expuesta era muy curiosa, kimono con casco… bueno algo similar tienen que pensar los japonenses que visiten España y vean al bombero torero.
Lo siguiente que queríamos ver era una especie de aldea tradicional de Hida, que es como un museo etnográfico al aire libre porque puedes ver decenas de casas típicas de la región que han reconstruido y juntado en un mismo recinto. Estaba un poco alejado del centro de la ciudad, así que hemos cogido un bus para ahorrar energías. La visita ha sido interesante porque nos ha permitido conocer un poco mejor como era la vida rural hace unos siglos, como eran las casas, la forma de vivir en esta región, los aperos de labranza, etc. Esto es especialmente llamativo porque en esta zona tienen una arquitectura singular llamada Gassho-zukuri que consiste en tejados muy inclinados de paja para evitar la acumulación de nieve. Este tipo de construcción se está perdiendo, por eso este museo te permite ver estas construcciones, todo muy bien explicado. Si al final vamos a las aldeas de Shirakawa-go podremos ver más casas de este tipo. La visita ha sido muy interesante hemos estado más de 2 horas dando vueltas. Cerca de un estanque se nos ha resuelto una duda que nos veníamos preguntado: ¿hay serpientes en Japón? pues señores, la respuesta es SI.
A la vuelta hemos visto un gran templo dorado que se veía a lo lejos fuera de la ciudad. Le hemos preguntado a la de turismo pero nos ha dicho que era un templo nuevo de una nueva religión y que no tenia ni idea. Quizás sea así, quizás no paga a la cámara de comercio, ni idea… pero ha sido un poco raro.
Ya en el hotel hemos aprovechado para cargar un poco la barra de energía (a las 6 de la tarde y sin parar), que ya estábamos bajo mínimos. Luego hemos salido a dar una vuelta por la ciudad (ya de noche), y aunque es sábado por la noche la verdad es que no se ve mucha vida por la calle. Después de varias vueltas hemos ido a cenar a un pequeño restaurante cerca de la calle principal donde hemos comido bien. Hemos aprovechado para probar el sake de la tierra (en su versión fría). Cuando esta frio digamos esta bueno. Entra suave y bien, pero conforme va ganando grados celsius de temperatura también va incrementado su grado de rasquerio. En fin hemos terminado de cenar, nos hemos dado otro pequeño paseo por la ciudad mientras no tomábamos un helado y vuelta para el hotel.